viernes, 13 de junio de 2008

¿SALVARÁ LA BELLEZA EL MUNDO?

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Una vez preparando una de las clases encontré en un blog una discusión que me provocó, como me ocurre a menudo, un agudo conflicto interior. Todo empezó con una entrada dedicada a Rarindra Prakarsa, un fotógrafo de Jakarta, Indonesia, que ha logrado cierta popularidad en la sociedad fotográfica virtual. En la mayoría de sus imágenes los protagonistas son niños en un entorno de paisajes idílicos. Con claras referencias pictóricas, el autor, crea un mundo de infancia feliz y despreocupada, no contaminada por los vicios de la sociedad industrializada, en definitiva, un cuento de hadas. Todo acabaría como un comentario más sobre unas imágenes bonitas, si unos días después no apareciera otro artículo con fotos, de carácter completamente diferente, también procedentes de Jakarta. Los reportajes de Jonathan McIntosh muestran la cruda realidad de los barrios más pobres de Jakarta. Otros niños, otro entorno, otros juegos. La obvia contradicción de dos trabajos procedentes de la misma ciudad, causó una larga discusión entre los miembros de la comunidad del blog, principalmente norteamericanos. El choque, la vergüenza por vivir en una prosperidad relativa cuando hay en el mundo un grado de pobreza, con la que ellos no están acostumbrados encontrarse en su vida cotidiana, les llevo a descartar la validez de las imágenes de Rarindra Prakarsa. Si existe lo segundo, lo primero por supuesto debe ser mentira. Mientras seguía la disputa, la confusión crecía dentro de mi. Alguien una vez dijo: “La fotografía es reportaje. Todo lo demás es pintura”. Recuerdo cuando oí esta frase y todos a mi alrededor se ponían de acuerdo, mi espíritu rebelde gritaba: “¿Y qué? ¡Me da igual como se llama lo que hago!” – es que yo siempre defendía la postura que la fotografía, para mí, era sólo una herramienta para crear imágenes que tengo en mi cabeza, no como un instrumento para reflejar “la realidad”. Siempre creía que la parte estética de cualquier imagen es importante para transmitir el mensaje que autor quiere que llegue al espectador. Me defendía a mí y a mi trabajo con la frase de Dostoyevsky que la belleza salvará el mundo. Pero no pude evitar de preguntarme: mientras los seres humanos se matan unos a otros, mientras la gente muere de hambre y de enfermedades incurables, no será una forma de escapar lo que hacemos nosotros, los que nos dedicamos a la fotografía de moda y publicidad, creando un mundo de ilusiones? Por otra parte también me preguntaba ¿porqué somos tan arrogantes pensando que vivir en la pobreza significa vivir en degradación y que si alguien, no tiene acceso a un microondas y a los videojuegos, no puede ser feliz y apreciar la belleza que le rodea? Rarindra Prakarsa insistía que intentaba reflejar la belleza de su país, nada más. Me alegré al encontrar al final de la discusión un comentario de otro ciudadano de Indonesia que explicó que los ambos autores muestran dos lados de la realidad que comparten sus compatriotas. Jonathan McIntosh enseña la catástrofe causada por la corrupción política contra la cual intentan luchar, y el mundo de Rarindra Prakarsa es la parte virgen que no ha sido tocada y pervertida aún por industrialización y la civilización occidental. Está belleza existe y la gente que vive allí se siente orgullosa de su país gracias a ello. ¿A lo mejor sí que la belleza nos podría salvar si nos dejáramos llevar por ella?

Podéis encontrar la discusión entera en el siguiente enlace:
http://www.landscapists.blogspot.com/


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Nota: MISSOMMI es un estudio creativo de Barcelona dedicado a la fotografía de moda y publicidad.