martes, 1 de septiembre de 2009

SOBRE OPORTUNIDADES

Hace unos días tuve una experiencia bastante surrealista.
Ben, uno de mis mejores amigos, se marchaba de Barcelona para siempre y nos estábamos despidiendo. Estaba nuestro grupo de tres, los tres mosqueteros: estudiamos juntos en la escuela de vídeo y nos gustó tanto trabajar codo a codo, emborrachándonos en paralelo, que decidimos montar nuestra propia productora. Tenemos detrás unos cuantos premios, participación en los festivales, proyecciones en los museos y en la televisión y unos cuantos proyectos realizados para varias organizaciones culturales. Y ahora Ben nos deja porque decidió que prefiere ver cine que hacerlo, y para cambiar de aires se va a Ginebra para estudiar gestión de hostelería. Un curioso giro de la vida.
Ben nos llevó a un lugar misterioso, que se llama Espai Barroc en el Palau Dalmases, donde a un público refinado le ofrecen unas veladas de ópera en un ambiente digno de ser la pista de baile del diablo. Para completar la impresión, según la leyenda, se puede hacer la reserva en el lugar sólo si se conoce a alguien que conozca al dueño. Sólo los inmensos contactos diplomáticos que Ben heredó de su padre nos abrieron aquellas puertas.
Siendo sincera, no soy una gran fan de la ópera, a pesar de 7 años de conservatorio detrás de mi espalda. Pero había cierta magia en el lugar, cada rincón del cual estaba lleno de objetos barrocos, “algunos auténticos y algunos… no tan auténticos”. Escondían el tiempo y la música era aquel vehiculo que nos trasladaba a otras épocas, nos asignaba otros roles a los cuales no estábamos muy acostumbrados. Hechizada y sorprendida empecé a filosofear sobre los giros de la vida que siempre nos tienen preparada una sorpresa u otra (como disfrutar de algo que aborrecías o convertirse de un director de cine en un director de hotel). Cualquier camino que prendamos siempre nos llevará a algún lugar inesperado y cualquier esquina nos ofrece nuevas oportunidades de empezar nuevos caminos. Pero para llegar a cualquier sitio, esperado o no, primero hay que hacer el camino.
Cuando nosotros hace dos años creamos MISSOMMI, queríamos llegar a ciertos lugares y soñábamos con conseguir ciertas cosas. El camino nos llevó a algunas que buscábamos y nos regaló unas cuantas de las cuales no teníamos ni idea. Creábamos, aprendíamos, trabajábamos, luchábamos, hacíamos amigos y hacíamos negocios, lográbamos y perdíamos, discutíamos y disfrutábamos. Y todo esto nos llevó a nuevas oportunidades que nos llaman ahora a prender nuevos caminos. Los caminos que seguramente nos llevarán a otros sitios inesperados. Pero para mantener el paso ligero tenemos que deshacernos de todo lo que nos ata al pasado guardando solamente lo más importante: lo que hemos aprendido. Así que a partir de hoy MISSOMMI, nuestro tesoro de sueños, existe solo en nuestros corazones. Pero nosotros seguimos caminando. Y seguimos soñando.