domingo, 22 de febrero de 2009

Sobre lo invisible


Nosotros aquí siempre hablamos de imágenes. Por muy lógico que sea propongo cambiar la dirección y hablar un poco de algo que no se ve. Es que últimamente he leído demasiados libros esotéricos, sobre flujos de energía y esas cosas. Y ahora acabo de volver del concierto de Travis. No es que sea una gran fan suya. A ver. El único álbum suyo que escucho solamente de vez en cuando es “The invisible band” donde “Sing” me parece la metáfora perfecta de la fusión del amor y el acto de creación. Pero tengo que admitir que cada encuentro en vivo con ellos es como un generador de la alegría pura. Sinceramente, no es que el sonido en Razzmatazz bate los records de la calidad y pureza: no sé, o el técnico de sonido ha dejado el trabajito a su ayudante, o a lo mejor simplemente las paredes de la sala del Razz han absorbido ya tanto ruido que lo van soltando otra vez al aire poco a poco, ensuciando la ecología sonora. Todo se ha mezclado en la casa de los Oblonsky, como dijo Tolstoy. Pero da igual la calidad del sonido, da igual que la música no se oiga, las letras no se distingan, y lo único que puedas ver es el gorrito del cantante saliendo de vez en cuando por detrás de la cabeza del tío delante de ti que está liando un porro. Hacía falta solamente oír los primeros acordes y todas mis células se llenaron de la alegría poderosa que fluía desde el escenario. Y no es que haya tenido hoy, precisamente, el día más feliz de mi vida. Pero un concierto de Travis es remedio perfecto contra todas las penas del mundo. Y para inducir esta fuerza invisible al publico no hace falta saltar como un loco por todo el escenario (aunque también lo hacía el chico, el cantante, que hasta al final del concierto nos hizo saltar a todos, a toda la sala), este flujo energético se siente cuando uno se entrega con totalidad a cualquier cosa que hace. Y yo quiero que esta energía se impregne también en todos nuestros trabajos, para que cualquiera que los vea, sea donde sea, se sienta igual como yo me siento en los conciertos de Travis.

Por cierto, la fotografía de “The invisible band” siempre me pareció muy enigmática.

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Nota: MISSOMMI es un estudio creativo de Barcelona dedicado a la fotografía de moda y publicidad.