lunes, 7 de abril de 2008

¿RETOCAR O NO RETOCAR?

Hace unos días me encontré en una discusión provocadora acerca del retoque de nuestras fotos. Alguien se quejaba que nuestro retoque era excesivo, que no dejaba el sitio a la realidad en la imagen. Las observaciones desencadenaron las reflexiones sobre las actuales tendencias del retoque en la fotografía de belleza y moda. ¿Pero es solamente la cuestión de tendencias?

El otro día me entretuve con “El diablo viste de Prada”. No es que me apasionara la película la primera vez que la vi pero, como mi vida profesional se está acercando al deslumbrante mundo de la moda, decidí volver a verla con nuevos ojos. Y aunque no era de esperar, sorprendentemente, la comedia me ahogó en una tormenta de las dudas existenciales. Para empezar, me parece que la película es absolutamente clasista y basada en los tópicos. Porqué, explicadme por el amor de Dios, la pobre chica fue acusada por toda su familia, amigos y el novio de traidora de los valores de la humanidad cuando lo único que ella hacía era su trabajo? No me parece justo que mereciera todas estas acusaciones por llevar la ropa bonita. Le hubieran dicho lo mismo si trabajara en investment banking o en una agencia de publicidad? No, mal ejemplo. Claro que allí se gana dinero y esto es malo según la presunta escala de valores que supuestamente defiende la película. Tampoco está de moda entregarse al trabajo y ser responsable. Vale, ¿y si ella trabajara como medico, digamos, en urgencias o, sin ir más lejos, como la misma periodista (¿que, acaso no tienen que trabajar largas horas algunos representantes de estas dignas profesiones?) merecería las mismas acusaciones? ¿Se enfadaría de la misma manera el novio, que seguramente trabajaba como chef en un restaurante gratuito que luchaba por las causas humanitarias? Pero no, como trabajaba en “el falso mundo de la moda” le cayeron todas las inculpaciones encima. Acaso no es posible guardar la integridad de tu personalidad si llevas la ropa cara y te vistes con estilo? Perdonadme, pero es lo mismo que decir que todas mujeres guapas son tontas.

Por otro lado, seguramente, por exagerada que sea, la película debe de describir ciertamente algunos aspectos del mundo de la moda ya que la base del magnifico edificio de esta industria está construido sobre la inmensa vanidad humana. Y de allí viene mi problema. A mi me gusta atormentarme con las dudas sobre el sentido de la vida. Y yo me pregunto: ¿quiero realmente contribuir a la expansión de esta burbuja? Volvamos a los tópicos. “En la calle, en casa por la TV y en las revistas estamos rodeados por imágenes que nos imponen los valores artificiales de la belleza”. De allí surgen, tan populares hoy en día, los temas de las angustias de las adolescentes por tener un aspecto tan alejado de el de las supermodelos, los complejos psicológicos que tiene cualquiera persona moderna no demasiado flaca, la anorexia y la cirugía estética. Bien, al parecer el diablo nace en las imágenes glamurosas que nos muestran divas perfectas, y todos nosotros, los fotógrafos de moda y publicidad, junto con los retocadores, trabajamos en esta fábrica del mal.

El problema ético del retoque fotográfico surge de la reverencia que tiene la gente a la fotografía como revelador de la realidad. Pero si la realidad objetiva existe dudo que tome cualquier forma que pueda percibir el corrupto ser humano contemporáneo. Una foto, sea retocada o no, analógica o digital, siempre es subjetiva. De hecho en el siguiente enlace podéis encontrar un articulo interesante sobre el tema: http://elsenialador.blogspot.com/2006/02/retoque-fotogrfico-mentiras-y-esas.html. No demonicemos tampoco la tecnología digital, ya que todos sabemos muy bien que las fotos se retocaban siempre. Pero lo cierto es que con los programas de software actuales y la democratización de la fotografía digital, el retoque hoy en día es mucho más fácil y, lo que es aún más importante, es accesible para todo el mundo. Lo que provoca el desenfreno de mal gusto y vanidad que puede llegar a extremos como este: http://www.naturalbeautiescontest.homestead.com/retouch4a.html
Pero no es la culpa del fotógrafo o retocador si en la sociedad se popularizan las soluciones fáciles a todo, en lugar de la mirada critica y honesta hacia si misma. ¿Acusamos la fotografía retocada de mentirosa? Pero la verdad no le interesa a nadie, lo que le interesa a la gente hoy en día es convertir sus vidas en la fantasía 3D por el mínimo precio. Se llama “calidad de vida”: conseguir los máximos placeres con el mínimo esfuerzo y trabajo. Como he dicho antes, entregarse al trabajo y ser responsable no está de moda. La disolución de los valores no es la culpa ni de los medios, ni de los fotógrafos. Es nuestra culpa que no nos responsabilizamos de nuestras vidas, que nos da pereza hacer el trabajo interior para saber distinguir entre una bella imagen y una persona real. Es mucho más fácil acudir a la cirugía plástica que enfrentarse a si mismo y a los propios miedos y complejos en búsqueda de la integridad interior. Pero nada es gratis (y no me refiero al precio monetario). Tal como están las cosas el retoque de fotografías es el menor de nuestros problemas. Como dice Stella McCartney es mucho mejor retocar las fotos con Photoshop que las caras con Botox.

Sin embargo, por muy filosófica que me ponga y por muy profunda que pretenda aparentar, la verdad es que me encanta la fotografía de moda. Tal vez también busco soluciones fáciles. En el mundo de la fotografía contemporánea hacer fotos “bonitas” se considera de mala educación y moda y publicidad son las únicas áreas donde se permite tal cosa sin tener que disculparte por ello. Luego, por supuesto, la definición de la belleza es cuestión de gusto y depende del fotógrafo si aquella belleza transmitirá algo más desde dentro o se quedará solamente en la superficie. El retoque es solo un medio, uno de los muchos, el grado en el cual cada uno lo emplea dependerá del mensaje y de las decisiones creativas del autor (y toda la gente que intervienen en el proceso creativo: fotógrafo, retocador, creativos y clientes). Cuando en la publicidad se necesita que el publico se identifique consigo mismo, no utilizan fotografías glamurosas ni mucho retoque, las imágenes se asemejan a la fotografía amateur, a algo que podríamos encontrar en las tarjetas de memoria de nuestras cámaras compactas y en nuestros álbumes familiares. Las fotos retocadas no apelan a la identificación personal, sugieren, provocan, llaman, pero no relatan la realidad y no pretenden hacerlo, sino crean una realidad paralela. El mensaje de una imagen de publicidad de una marca de ropa o de un perfume no es “Esta modelo es así” o “Si pones este vestido serás así”, por lo menos no directamente. No, la misma estética de la imagen confirma que se trata de un ensueño, de algo irreal, se trata de provocar el deseo, no la compra. Las imágenes de publicidad de Dior no están destinados a aquellos que pueden comprarlo, sino a aquellos que no se lo pueden permitir porque así se crea el mito. Pero acusar estas imágenes de mentira sería lo mismo que acusar de mentira los cuadros de Dalí. Las fotografías de moda crean un sueño y a veces aquella perfección irreal nos somete bajo presión verdadera, pero saber distinguir entre la realidad y la fantasía es responsabilidad de cada uno. Se llama madurez.

Creo en la belleza, creo en la frase de Dostoyevsky que la belleza salvará el mundo. Pero ojo, esto no quiere decir que la belleza consista en la forma perfecta de la cadera o de nariz, claro que la belleza va más allá de la forma. Sin embargo la forma (sea cual sea) es necesaria para que podamos captar la esencia. En una imagen cada línea, cada color cumplen su función y lo que no lo cumple se elimina, lo que distraiga la atención de lo importante se borra. Si se trata de ir más allá, los detalles mundanos no nos interesan porque cualquier forma ya no representa a sí misma, sino es un símbolo, una sugestión, una alusión. Así que ¡viva el retoque!

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Nota: MISSOMMI es un estudio creativo de Barcelona dedicado a la fotografía de moda y publicidad.



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